lunes, 21 de noviembre de 2011

Creciendo



Las huellas del dolor, de su dolor, se dibujaron en el espejo. Esquirlas de cristal que herian el alma de una mujer.
Mujer encogida entre retales de una vida no elegida. Transitadas huellas en un trayecto vacío de emociones. Atrapada en contradicciones ¿ Acaso sabía algo del amor ?. Nunca se lo hicieron sentir. Sólo se ocupó en entregarlo 
Jamás tuvo valor para pronunciar un ¿porqué?. Enmudecía por temor a la respuesta.
Pero allí, enmarcado su rostro en ese espejo, descubrió el horror.
Y pintó sus ojos con sombras que borrararon los restos de su tristeza. Enmarcó sus labios amoratados con un rojo pasión que asombró a los semáforos. Su falda estrecha dibujó una silueta que envidiaron los pasos de cebra cuando sus pies, adornados con finos tacones, dieron pasos hacia la vida.
Esa mañana las flores que abrían sus pétalos a tempranas horas interrumpieron sus bostezos de colores para no eclipsar el camino a una esperanza.Y ella con la cabeza bien alta, miraba hacia el cielo buscando una nube que cubriera para siempre su ayer, pedía a las golondrinas que anunciaran con prisa la primavera, al sol que quemara sus recuerdos. Caminaba. Miraba de frente. Descubía la vida. Empezaba a creer. Sentía. Pensaba. Se quería... al fin.
Una tímida y aún olvidada sonrisa, arrancaba las cicatrices del pasado, se fue dibujando en sus labios para enfrentarse a un “después ”. Había comenzado a creer que en algún recodo del camino, otro tiempo le esperaba.

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